La arqueóloga y directora del Museo Nacional de Arte de Mérida abre un curso de verano de la UC sobre sexo y religión en el mundo antiguo
14 July 2021
En su ponencia 'Iconografía de la lujuria entre Roma y Pompeya', durante curso de verano de la Universidad de Cantabria sobre sexo y religión en el mundo antiguo, que se celebra en Laredo, ha matizado que "los romanos tenían un espejo en el que mirarse, que eran sus dioses".
La arqueóloga emeritense, una de las mayores expertas internacionales sobre el mundo antiguo, se ha referido en su exposición a la profusión de imágenes de sexo, más o menos explícito, en yacimientos como los de Pompeya.
Concretamente, se ha referido "al caso de Zeus y sus amores siempre adúlteros; a Venus, diosa de la belleza y del sexo; a Eros, o Baco, el dios del desenfreno, que con su cortejo incitaba a las bacanales y a los actos lujuriosos".
Sin embargo, al mismo tiempo, Nogales ha indicado que "el sexo tenía también la connotación de fecundidad y de vida", subrayando que, "cuando inauguraban un gran monumento, en ocasiones grababan un gran falo, como los existentes en el Puente Romano y en el Acueducto de los Milagros de Mérida.
También, ha explicado que "la razón de la presencia de estos falos era desear larga vida al monumento: al puente, porque era una vía de comunicación fundamental; y al acueducto, porque era una forma de traer el agua necesaria para sobrevivir".
Ya centrada en los hallazgos de Pompeya, Nogales ha puesto énfasis en las pinturas que se conservan de los lupanares. Según sus palabras, dicho término deriva de la palabra latina "lupa", "loba", con la que se designa a la prostituta.
Además, ha indicado que, junto a la forma más explícita de mostrar el sexo en muchas de esas escenas, en el mundo antiguo había otra forma más sutil, que podría encuadrarse en el erotismo.
Por otro lado, se ha referido al tratamiento similar que cuestiones como la prostitución tienen en el mundo actual respecto al mundo antiguo.
"En el pasado, se dedicaban a ello fundamentalmente mujeres explotadas, extranjeras que venían de zonas de conflicto, algunas eran prisioneras de guerra que se llevaban a Roma de todas las provincias del imperio, y muchas eran ya hijas de prostitutas que lamentablemente tenían que ejercer el mismo oficio que su madre".
Sin embargo, ha señalado que, actualmente, la sociedad, de una manera "farisea" trata el tema como "de lejos" y "mira para otro lado".